El mensaje enviado al mundo por el papa
Francisco durante el Encuentro Mundial de Movimientos Populares,
realizado en la Ciudad del Vaticano, marcará inexorablemente un punto de
reflexión en todo el orbe sobre el modelo económico neoliberal que
tiene como “centro al dios del dinero y no al hombre”; pero también
representará un punto de partida para que los movimientos sociales de
todo el mundo “caminen juntos” en la urgente necesidad de “revitalizar
nuestras democracias”, como lo expuso y planteó el sumo pontífice.
Las
palabras expresadas por el pastor universal de la Iglesia Católica
dejaron atrás la postura apolítica y neutral mostrada por sus
antecesores en torno a los álgidos temas como la pobreza, la explotación
y el hambre que aquejan a millones de seres humanos en el planeta. Sus
palabras, sin dudarlo, marcarán un hito en el viejo arquetipo de la
Iglesia tradicionalista y conservadora que abandonó a los que menos
tienen, para exigir ahora a los gobernantes del mundo atender tres
asuntos impostergables: tierra para los campesinos, casas para las
familias y derechos para los trabajadores que les permitan tener una
vida digna y acceso a la seguridad social.
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